lunes, febrero 11, 2008

Viaje

El cansancio a penas me permite unos últimos minutos de conciencia, mis movimientos torpes y erráticos son una clara señal de que pase de largo hace rato mi umbral de resistencia, miro mi reloj en la oscuridad e indica que pasan de las 5:00 de la mañana, me duelen las piernas, vibran como si pequeños electrochoques les fueran aplicados, trato de dormir pero en vez de perder completamente la conciencia esta divagara mas allá, dejándome flotar en algún lugar, me doy muchas vueltas buscando una posición cómoda, pero las piernas me molestan mucho, abro de cuando en cuando los ojos y solo veo la habitación de siempre, pequeña, apenas iluminada por la luz de la luna y los faroles de la calle cercana, mas bien lo que dejan pasar las cortinas.

Vuelvo a mirar mi reloj y son las 6:00 de la mañana, el cansancio me aplasta, las letras se ven mas grandes, aunque en el mismo color verde fluorescente, al costado de la cama en que me encuentro hay un gran ventanal, sin cortinas, a penas puedo levantarme y camino torpemente hasta la terraza que parece haber fuera de la habitación, el sueño casi no me deja pensar, un vistazo general y puedo ver mis adoradas montañas altas, esbeltas y tan lisas, cayendo casi verticalmente sobre la costa, donde el amanecer parece mas cercano y puedo ver el oleaje en la playa, estoy en un lugar alto, a fuera hay una pareja que camina sobre un césped verde y muy suave, siento el rocío que lo cubre y tengo tantas ganas de caminar descalza por el, me parece que hay otras personas, pero no me ponen atención, a penas logro mantenerme en pie, apenas y con dificultad veo el maravilloso paisaje y el césped apenas es un suave perfume, retrocedo y caigo de espaldas sobre la gran cama blanca, ya no puedo abrir los ojos, y todos los ruidos se alejan…


(registro i: breve vistazo)

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