miércoles, agosto 30, 2006

La Venganza de los Corderos

1.1
El sujeto salió de una de las tiendas, miro hacia todos lados, con su mirada casual, sin demostrar emoción alguna, siempre lo hacia así, y todos los que allí estábamos lo habíamos visto hacerlo a diario. Pero esta vez sería diferente.
Lo vimos sentarse en una de las bancas del pasillo, el volvió a mirarnos, pero nadie lo miraba directamente, unos leían folletos o diarios, un par de mujeres mayores conversaban animadamente, otros estaban simplemente sentados como si contemplaran el paisaje, desde los grandes ventanales que daban al parque con la cordillera de fondo. Yo era uno de aquellos. La muchacha mas joven se sentó mas cerca de él. Un guardia de seguridad se paseaba cerca de nosotros, pero sabíamos que no sería un problema.
Un sujeto que salió de otra tienda, sacó un caramelo de su bolsillo y fue hacia el basurero, mientras botaba el envoltorio, levanto su cabeza y su mirada se poso sobre la cámara de seguridad que daba hacia el pasillo, nuestro pasillo.
La luz pestañaba, lo que significaba que estaba funcionando. El guardia repitió su paseo una vez mas y se retiró. Todos aguardábamos. Demasiados años de abuso, molestias, sin nadie que nos defendiera, no podían pasar así no más.
La espera se volvía tensa, las mujeres disminuían el ritmo de su charla y ya no sonreían. Yo miraba de reojo al tipo, la cordillera aún se veía con nieve, pero los árboles en flor del parque delataban la pronta llegada de la primavera.
El guardia regresó paso por el pasillo, movió su cabeza como saludando a las damas y se alejó. Esa era la señal. La luz ya no pestañaba, estábamos solos.
El sujeto se acomodo en su asiento, le sonrió brevemente a la joven y sacó un paquetito pequeño de su bolsillo, lo desdobló como en un ritual, el silencio se hizo, el estaba tan concentrado sacando sus cosas, que no lo noto, una de las mujeres se adelantó, camino hacia su espalda, el tipo no estaba dispuesto a cambiar, nosotros teníamos que hacerlo por él.
Lo dejamos disfrutar un instante. Solo uno. Solo eso se llevaría, cuando empezaba a soltar su pestilencia un violento golpe, lo hizo atorarse, la pesada cartera volvía a estrellarse contra su cabeza, instintivamente el tipo se agacho para esquivar el siguiente golpe, pero se encontró de pronto con una bota que tenía un curso de colisión directo a su boca. Un diente salió disparado rodando por el suelo, las múltiples patadas lo mantenían encogido, trataba de protegerse pero era inútil, la otra mujer mezclaba puntapiés con su delicado pero resistente zapatito puntudo y con taco aguja, y mechoneos potentes que le hacían quedarse con mechones en su mano. Un golpe preciso de la muchacha hizo que al retorcerse de dolor liberara aquella mano despreciable, con la que manejaba feliz e inconsciente su vicio. Esa era mía. Un golpe, solo uno, un crujido y ya estaba hecho.
Ahora había una ley, y la haremos valer, pero no basta solo eso para nosotros, queremos Venganza.
Ahora se lo pensará más de dos veces antes de volver a intentar fumar en un espacio cerrado.

jueves, agosto 10, 2006

el primer encuentro

Siento un ruido lejano, trato de ignorarlo y seguir durmiendo...el ruido es mas fuerte y mas repetitivo, a una señal de mi inconsciente, la adrenalina sube y abro los ojos al mismo tiempo que me siento en mi cama, miro hacia el ventanal del balcón, el ruido parece venir de afuera, miro a mi hermana que esta en la cama de al lado, estaba sentada también, y en la penumbra de la noche logro ver que sus ojos están fijos en el balcón, las ventanas están cerradas y las persianas de madera también...
-lo sentiste-me pregunta
-que era ese ruido?-le respondo mirando otra vez hacia la ventana
-parece que hay alguien afuera- el ruido se había detenido, y el miedo nos tenía inmovilizadas, seguíamos sentadas mirando y tratando de ver si alguna sombra delataba a un posible intruso.

La primera vibración nos puso de pie, ese era el ruido que escuchaba entre sueños, las persianas se estaban moviendo, eran sacudidas con violencia, como si alguien las jalara desde afuera, a tientas y lo mas rápido que pudimos salimos de la pieza, ni siquiera tratamos de prender las luces, desde el fondo del pasillo, venia corriendo mi hermano, que se despertó con el ruido.

Parecía que las persianas se iban a reventar, bajamos corriendo las escaleras hacia el dormitorio de nuestros padres. Llegamos a tropel, asustados casi gritando, mi papá se despertó y preguntó que pasaba. Entre balbuceos se entendió algo de lo decíamos todos juntos.
-no sintieron el ruido?- preguntamos- las persianas del balcón se estaban moviendo!!! -como mejor pudimos dijimos que alguien se quería meter por el balcón, se levantaron, prendieron todas las luces de afuera, miraron por las ventanas, pero no vieron a nadie, encendieron las luces de toda la casa y subieron al segundo piso, y nosotros tres esperamos en las escaleras.
-no hay nada- le escuché a mi mamá, subimos y con las luces ahora encendidas, nos acercamos al balcón, las persianas estaban cerradas y nada parecía haberles pasado, el pasador estaba intacto y por las rendijas se podía ver hacia afuera, era una noche con luna, así que se veía claramente. Ahí no había nadie.
Estabas soñando-me dijo-
-pero ellos también lo vieron y lo escucharon-rebatí
-son mas chicos que tu, y los sugestionaste- me dijo, se rió. Nos hizo acostarnos de nuevo.
-Ya, ya, ya, mañana tienen que ir al colegio. Duérmanse que se tienen que levantar temprano.

Hicimos caso, pero con los años jamás olvidamos lo que paso esa noche y otras muchas veces.
Tal vez lo soñamos, pero eso jamás significo mucho, nuestros sueños pocas veces han sido inocentes sueños.

registro i (la casa)